miércoles, 13 de julio de 2016

SENTENILLA



SANCTA ILLA


Miguel Guardiola Fuster


Identificada con Sentenilla, partida de terreno en el extremo sureste del término municipal de La Nucía. Su cota más baja forma la margen derecha del río Guadalest. La altura máxima la alcanza el Tossal de Sentenilla (229m). Entre una y otra, el Plà de Sentenilla plantado de naranjales. Enfrente, a la otra orilla del río Guadalest, se alza vigilante el Tossal de les Banderes, del que se dice que lleva este nombre porque desde su cima los vigías hacían señales con banderolas al avistar naves de piratas berberiscos por el cauce del río. De este modo daban tiempo a los pobladores de Sentenilla y entorno a refugiarse en el castillo de Polop. Documentos y eruditos identifican Santa Illa con Sentenilla a más de los hallazgos arqueológicos. Para Pere Maria Orts i Bosch los topónimos escuchados a los comarcanos, sin el debido fundamento documental, traen una mayor confusión a su origen.  Pone de ejemplo la alquería de Santa Illa ahora Setenilla para unos y Sentenilla para otros.

En el Tratado de la Jovada o Pacte del Pouet (1245) se cita el castillo de Tárbena y Castell de Castells pero no hay mención alguna sobre sus alquerías. En el 1258 se documenta la donación de la alquería de Algar, situada en el término de Tárbena, al portero mayor Bonanat de Gia.

Sentenilla. Foto: Agustí Galiana
En 1257 el alcaide Muhammad Ibn Ishaq negoció la capitulación del castillo y término de Tárbena, y al año siguiente se rindió su hermano Abu Yaya ibn Ishaq, alcaide del Castell de Castells. A la muerte de éste, Bakrum, hijo del alcaide de Castells, no respetó el pacto entre los dos hermanos con respecto a la propiedad del territorio y alquerías de Tárbena y Castells; fue necesaria la intervención del rey Jaime I para poner las cosas en su sitio. El 17 de junio de 1264, el rey Jaime I arbitró la paz entre Bakrun y su tío el alcaide de Tárbena: “[…] confirmamos la partición entre tu, Mohamed Emnebenizach, alcaide de Tárbena y tu sobrino Bocharon, hijo del alcaide de Castell de Tárbena con sus alquerías y alquería de Algar con sus molinos, y del lugar llamado Callosa con sus alquerías y de las alquerías de Albeni y Alenz, y todas las posesiones que tu y tu hermano tenéis en el reino de Valencia”. (ACA, registro 13, f)

En este mismo documento se expidió una carta de salvoconducto a favor de Mohamet Emnebenizach hermano del alcaide de Castell, difunto, y a sus hijos con todas sus cosas. En realidad era que Mohamet estaba en connivencia con los mudéjares murcianos traicionando la confianza del rey Jaime I, por lo cual el Conquistador ordenó su exilio abonándole una contrapartida económica favorable a Mohamet con tal de abandonar Tárbena [1] . (ACA registro 15, folio 87v.)

Recobrada Tàrbena el rey donó el 4 de mayo de 1264 a su concubina Berenguera Alfonso los castillos de Tàrbena y de Xaló con sus alquerías y castillos abandonadas por “Mahometus et Bocorunnus” con la condición que si no tenía sucesión masculina del rey habían de pasar al infante don Pedro o a quien sucediera en el reino: “Sepan todos que nos, Jaime, gracias a Dios rey de Aragón, Mallorca y Valencia, conde de Barcelona y Urgel y señor de Montpeller, per nos y nuestros sucesores damos de manera sencilla y libre, en donación irrevocable entre vivos, a vós “carísime et dilecte dompne” Berenguera Alfonso y a los vuestros, perpetuamente en franco y librea  los castillos y las villas de Tárbena y Xaló, con sus alquerías y términos, y con las alquerías que el alcaide Mahomet y su sobrino Bakrun y otros sarracenos, que con él se han retirado del reino de Valencia tenían en el valle de Xaló, que son: Atrayello [?], Benjuagi [?], Alcalalí, Mosquera [en Alcalalí], Alanhegin [?], Abencurbulin [?], Allibayt [?],Cuta [entre Xaló i Llíber], Duran [?], Benixaló [Xalómateix?], Bairén [en Gandia?], Lleus [en Benissa],Binyent [Albinyent en Benissa], Aialt [en Castells], Algar i Santa Illa  y Callosa, con sus términos y alquerías”[2].  (ACA, reg. 15, f. 105v-106r.)

 Doña Berenguela falleció el 17 de junio de 1272 sin descendencia de Jaime I; conforme a las cláusulas de donación volvieron a la corona los castillos y alquerías citadas.

De todas las citas de Sancta Illa la que la sitúa claramente es la que sigue. En 1283 Pere el Gran hizo donación de una heredad de 10 jovadas a Miguel Martín, un jefe almogávar presente en la conquista de Sicilia. En este documento se sitúa Santa Illa dentro del término general del castillo de Tárbena y determina sus límites, Polop, Altea (la Vella), Callosa y la mar: 

Jarrita piriforme con gollete marcado y un asa. Época tardorramana, siglos V-VI d d Cristo. Cerámica común.


Per nos et nostros damus et concedimus tibi Micheli Martin almocateno nostro et tuis perpetuo per hereditatem tuam decem jovatas terre in RegnoValencie in loco vocato alcheria de SanctaIsla in termino castri nostri de Tarbena que afrontat ex una parte cum termino castri de Polop, ex altera cum termino alcherie nostre de Callosa, ex tercia cum termino castri nostri de Altea, ex quarta vero in mari. Predicta siquidem decem jovatas terre domibus et arboribus diversorum generum introitibus et exitibus al aliis suis pertinenciis universis ac cum omnibus meloramentis que ibi feceris tibi  et tuis damus ad faciendum exceptis militibus clericis sanctis et personis religiosis, salvis nobis et nostris semper in eidem censu laudimio et fatica juxta forum Regni Valencie. Tu vero et tui teneamini dare nobis et nostris quolibet anno imperpetuum pro censu ipsarum jovatarum decem solidos regalium per una quaque jovata. Datum Solani VIIIº kalendas aprilis anno dominii Mº CCº LXXXº tercio.
Testes:Ermengaudus comes Urgelli, Arnaldus Rogerii comes Pallarense, Artaldus de Luna, Guillelmus vicecomes Castrinovi, Sancius de Antilione [3].  

La traducción:

Conocerá todo lo que nos (dijo) Pedro, etc. A través de nosotros y nosotros te damos y te concedemos a ti Miguel Martin Almocateno y a los tuyos perpetuamente a través de tu heredad diez yugadas [4]  de tierra en el Reino de Valencia en un lugar llamado alquería de SanctaIsla en el término de nuestro campamento de Tárbena que limita por una parte con el término de nuestro campamento de Polop, por otra con el término de la alquería de Callosa, por una tercera con el término  de nuestro campamento de Altea, por una cuarta en el mar ciertamente. Puesto que te damos para ti y para los tuyos diez yugadas de tierra, fijadas con antelación, con casa y árboles de distintas especies en las entradas y salidas con todas sus otras pertenencias y con todas las cosas mejores que allí hayas hecho para hacerlas para los selectos soldados, los santos clérigos y las personas religiosas, para nosotros…. Y para los nuestros siempre en la misma hacienda con elogio y esfuerzo junto al mercado del Reino de Valencia. Verdaderamente tu y los tuyos mantenéis en darnos a nosotros y a los nuestros diez monedas de oro de los reyes por cada yugada a favor de la hacienda de las propias yugadas en cualquier año para siempre.
Dado en Solano en el día ocho antes de las kalendas de abril (25 de marzo) del año del señor 1283. Arnaldo Rogelio, conde palarense, Artaldo de Luna, Guillermo, vizconde de Castronuevo, Sancho de Antilione. [5] 


Losas de sepulturas romanas halladas en Sentenilla



El 13 de noviembre de 1290 adquiere Callosa En Bernat de Sarrià por 40.000 sueldos valencianos segregándola del castillo de Tárbena. Figuran como propios  de Sarrià el castillo de Polop, el de Callosa, el de Castells, la alquería de Ayalten (en las cercanías de dicho castillo), los castillos de Aljubea (conocido como el castellet de Polop, en el barranco de Gulabdar,) de la Mola y de la Serra de Finestrat ( todos en término de esta última población), el castillo de Benidorm y el lugar de Beniema (en las cercanías de Altea), la alquería de Sancta Illa (la Sentenilla de La Nucía), la alquería de Xirla (Chirles), las alquerías de Lirieto (Lliriet, en Benidorm), de Metet (Matet, en Polop), de Algar (Callosa), de Paul (quizá Micleta, en Callosa), de Xacos (Callosa), de Benigaladi (sin identificar), de Murta (Xaló), de Benibrasim y de Tuzol (sin identificar), el lugar de Abalato  [6] (Callosa y Altea), la heredad de Talbanell (Penáguila), los castillos de Tárbena, Confrides, Serrella, el castillo de Aguilar (Guadalest); el de Relleu y el de Cabezó, los castillos de Orcheta, Villajoyosa y Torres, Xaló…Así identifica Salvá Ballester [7]  aquellos lugares, entonces poblados, hoy algunos desaparecidos. Bernat de Sarrià poseía de Villajoyosa a Callosa, con todos sus pueblos, términos y alquerías, excepto Bolulla y Garig que eran del cabildo de Valencia.

Datat el 27-2-1299 a Barcelona, és la donació d'algunes terres per Bernat de Sarrià al seu fill Vidal. Sarrià ja havia fundat la població cristiana de Callosa (el 1290, construïda sobre la modesta alqueria homònima), segregant-la de Tàrbena. Ací  s'enumeren les alqueries de Padull, Algar i Santa Illa com a dependents de Callosa.[8] 

Unos años después, María Pelayo, vecina de Tárbena, viuda de Miguel Martínez de Bolea, dice que había heredado de su esposo la mitad de la alquería de Santa Illa en término de Tárbena. María Pelayo se queja ante el rey, a quien pide ayuda, que las tierras habían estado ocupadas y expoliadas injustamente por Bernat de Sarrià (que era señor de Tárbena i Polop). El rey ordena al procurador del reino de Valencia, Bertrán de Canelles, que restituya dichas  tierras más los  frutos producidos.[9]  

Bernat de Sarrià hizo testamento [10] a favor del infante Pedro, hijo de Jaime II, pero si la esposa de Sarrià, Isabel de Cabrera, no tuviera hijos o morían en edad infantil la donación no era válida. El documento fue otorgado ante el notario Pere Sala, en Barcelona, en agosto de 1321 y el 15 de octubre de 1322 fueron aprobadas por Jaime II: “Sepan todos que Nos Jaime [II] por la gracia de Dios Rey de Aragón, etc. considerando que vos el noble y querido consejero nuestro Bernardo de Sarriá que no olvidáis los beneficios recibidos habiendo reconocido los muchos y diversos beneficios que graciosa y liberalmente os hemos dispensado habéis hecho donación perfecta e irrevocable inter vivos al ínclito infante Pedro nuestro amabilísimo hijo, en la actualidad Conde de Ribagorza para él y los suyos, para siempre, de los castillos y lugares infrascritos que teníais y tenéis en nuestro reino de Valencia, y os pertenecen por cualquier título; a saber: del castillo de Polop, y del castillo de Callosa con todos los términos pertenencias y derechos de los mismos castillos, y del castillo de Castell y alquería de Ayal que se halla establecida en los términos del mismo castillo, y del castillo de Aljubea, y del castillo de la Mola, y del castillo de la sierra de Finestrat, y del castillo y el pueblo de Benidorm, y del lugar de Beniema con todos los términos, derechos y pertenencias de los mismos. Más de la alquería de Santa Illa y de la alquería de Xitla y de la alquería de Liriet y de la alquería de Metet y de la alquería de Dagar y de la alquería de Paul y de la alquería de Xacos y de la alquería de Benigali [Benigaladí] y de la alquería de Murta, de Bonibrafin y de Cucol, y del lugar de Albalat con todos los términos, derechos y pertinencias de las mismas; más de la heredad de Carbonell, y de la heredad que teníais como posesión franca en los términos de Penáguila; cuyos castillos y alquerías antes mencionadas habéis, tenéis y poseéis en verdad sin gravamen alguno en dicho reino de Valencia. Más el castillo de Tárbena con todas las alquerías, viñedos y otras heredades que habéis comprado, habéis y tenéis en los términos del castillo de Confrides y del de Servella dentro los términos del mismo castillo de Confrides y del de Aguilar que de nuevo ha sido edificado en los términos del castillo de Guadalest y también del castillo de Relleu, y del castillo de Cabezó construido en los términos del mismo castillo de Relleu con todos sus términos, derechos y pertinencias de los mismos castillos. Cuyos castillos en verdad y lugares antedichos habéis y debéis haber por Nos en feudo honorífico. Más de todo el derecho que habéis y debéis haber en los castillos de Orcheta y Villajoyosa y de Torres y de las casas que tenéis además en la ciudad de Valencia situadas en la parroquia de San Lorenzo […]. (Chabas 1890 [11] y Galiana 2011 [12] ). 

A la muerte de Bernat de Sarrià el 31 de diciembre de 1335, en Játiva, heredaron estos dominios el infante Pedro de Aragón, primero el citado D. Pedro, y al tomar éste la vida monacal franciscana el 12 de diciembre 1358, su hijo Alfonso, primer conde de Denia y marqués de Villena.

Un documento datado en Valencia el 16-I-1325, muestra que Sarrià recupera el lugar de Albalat i las alquerías de Beniema i Santa Illa. (ACA, reg. 227, f. 154r-157r); 

La guerra de los dos Pedros (1356-1369), Pedro el Ceremonioso y Pedro el Cruel, dejó importantes daños en la comarca hasta el punto que en 1385 aún duraban sus consecuencias. Ifach fue el primer lugar que sufrió la guerra. Siguieron Finestrat, Polop, Benissa, Bellaguarda, -actual Altea- que quedó semidespoblada. La alquería musulmana de Albalat, situada en el actual término municipal de Altea, cerca del Albir, quedó también casi deshabitada, el castillo de Polop destruido en 1376.  Se dice que aún estaban despobladas las alquerías musulmanas de Alarc y Sanxet, del término de Guadalest. En Callosa la comunidad musulmana de Callosa, que incluía las alquerías de Micleta, Xirles, Nucía de Polop, Malet y Sentenilla, fueron abandonadas porque el conde de Denia ingresaba menos por el impuesto personal de la peita. Muchos musulmanes murieron y otros huyeron a Murcia o Granada, provocando durante años un descenso demográfico y de la producción agrícola de la comarca. Los documentos de la época registran numerosas ventas de esclavos musulmanes apresados cuando huían de sus tierras o hechos prisioneros por estar su localidad bajo dominio castellano o valenciano siendo considerados botín de guerra. [13]

Pero estos sucesos no acabaron con Santa Illa. En las cuentas del año 1412 del conde de Denia aparece SentaYlla como una alquería del término de Callosa d’en Sarrià.[14]  Son numerosas las citas directas de Sancta Illa en los documentos de la época al tiempo que la sitúan en la actual Sentenilla. 

En 1448 pleito homenaje a favor de Diego Fajardo, caballero de la ciudad de Murcia, realizado por los lugares de Polop y la alquería de Chirles, a través de la alquibla mora de dicho lugar, de acuerdo al testamento de su último Señor, Rodrigo Díaz de Mendoza, que se le dejó a dicho Diego Fajardo, los castillos y lugares de Polop, la  Nucia, Chirles y Santaquela.[15]  Este nuevo nombre identifica a Sentenilla/Sancta Illa, lo que añade más confusión en su origen y significado.

Cavanilles [16] manifiesta su origen romano a tenor de los monumentos e inscripciones que se descubren, pero los actuales moradores se ocupan únicamente de la agricultura destruyendo y confundiendo los restos que se encontraban. También Figueras Pacheco [17]  es de la misma opinión y expone que los hallazgos arqueológicos se repiten con frecuencia habiendo encontrado sepulturas, lápidas, medallas y otros objetos. Salvá Ballester [18] refiere que en la partida de Sentenilla existía una población morisca, de la que los arados han removido escombros de un edificio que fue mezquita y de ésta ha tomado el nombre una partida o porción de terreno. Las incursiones de piratas por el río Guadalest, la huida de moriscos hacia África, la guerra de las Germanías con la matanza de moriscos en el castillo de Polop por las catervas de Vicente Peris, la expulsión de 1609 y la piratería borraron a Sancta Illa. Los nuevos pobladores rebasaron las tierras abandonadas por los antiguos pobladores y enterraron los escombros, pero no así los restos útiles que los emplearon para levantar muros de piedra y abancalar el terreno.

El arzobispo de Valencia, Francisco Fabián y Fuero [19], dejó escrito entre 1773 y 1795 un Nomenclator de las poblaciones de su diócesis, trabajo recogido en el libro La Marina Baixa en 1791. Informe del obispo Fabián . De Sentenilla dice lo que sigue: “Las seis casas de campo unidas, sus dueños son Pedro, Francisco, Joseph, Gabriel, Jayme y Miguel Iborra. Solo se habita la última”. Cita el despoblado de la Mezquita: “en el término de la Nucia quedan las ruinas de un pueblo que se llamaba Mezquita, i ahora está del todo despoblado”. El hallazgo de arqueología romana tardía –siglo V d. d. Cristo- evidencia que Sentenilla fue asentamiento romano.


Notas de pie de página

[1] ACA, reg. 13, f. 188v

[2], Valencia). Recogido por Toni Pont Sifre y publicado en Història medieval del castell de Tàrbena. http://www.galeon.com/tonipont/aficiones1044877.html

[3] ACA, reg. 54, f. 219; 25-III-1283, Solano de Calàbria

[4]Una yugada equivale a 2700m2

[5]   Texto traducido por José Manuel Jiménez Buenavist,. Licenciado en Filología clásica y Profesor de Latín, Griego y Cultura Clásica del IES Juan Sebastián Elcano de Cartagena. (cortesía de Francisco Coello). El profesor Jiménez Buenavista anota a pie de página que “este texto es claramente medieval, en donde ciertos casos gramaticales como el genitivo y el dativo y sus desinencias se han desvirtuado con respecto a los textos de los autores clásicos y postclásicos de los siglos I a.C. y I y II d. de C.

[6] El lloc d’Albalat, situat a Marina, era una moreria que es trobava al terme d’ Altea i al any 1369 apareix despoblat, com a conseqüencia de la guerra del dos Peres (…) queda situat al marge de la dreta del riu d’Altea, baix del pla de Mingot

[7]SALVA BALLESTER, Adolfo. La villa de Callosa de Ensarria. Monografía histórica documentada. Instituto de Estudios alicantinos. Diputación provincial de Alicante.1960

[8] Archivo de la Casa Ducal de Medinaceli, còpia a l'Arxiu del Monestir de Poblet. Abadia de Poblet . l'Arxiu del Monestir de Poblet. Recibido  por gmail el 30-06-15 

 [9] PONT CIFRE, Toni. Història medieval del Castell de Tàrbena, ACA, reg. 130,  f. 235r; 24-12-1303, València) 

[10]  ACA, (reg. 222, f. 108r-110r), Recogido por Toni Pont Sifre. Castrum Tarbana. Tàrbana a la baixa   edat mitjana. Sarrià, nº 9, Estiu 201

[11] CHABAS, Roque, El Archivo, T-IV, pág. 318-323, documento 51

[12] GALIANA, Agusti. Documentació Històrica i bibliográfia de la Marina Baixa. 2011

[13] CAMPÓN GONZALVO, Julia. Consecuencias de la guerra de los dos pedros en el condado de Denia. Anales de la Universidad de Alicante. Departamento de historia medieval nº 8, 1990-1991

[14] ARV, Mestre Racional, núm. 9582, ff. 4-5. Citado en L’aportació toponímica de Pere Maria Orts i Bosch. Júlia Campón Gonzalvo. Actes de la V Jornada d´Onomàstica, Dénia, 2011

[15]Sección Nobleza del Archivo Histórico Nacional 84. Archivo de los Señores de Polop y Benidorm POLOP, CP.361,D.4  1448-2-2

[16] CAVANILLES, Antonio Josef. Observaciones sobre la Historia Natural, Geografía, Agricultura, población y frutos del Reino de Valencia (1795-1797)

[17] FIGUERAS PACHECO, Francisco. Geografía de la Provincia de Alicante. Geografía General del Reino de Valencia, dirigida por Carreras Candi.

[18]SALVA BALLESTER, Adolfo. O.c.

[19]  AEMABA. Associació d´Estudis de la Marina Baixa. 2015


 TEXTOS CONSULTADOS


AEMABA. Associació d´Estudis de la Marina Baixa. 2015

CAMPÓN GONZALVO Júlia ARV, Mestre Racional, núm. 9582, ff. 4-5. Citado en L’aportació toponímica de Pere MariaOrts i Bosch. Actes de la V Jornada d´Onomàstica, Dénia, 2011

CAMPÓN GONZALVO Júlia, 1990-1991 Consecuencias de la guerra de los dos pedros en el condado de Denia. Anales de la Universidad de Alicante. Departamento de historia medieval nº 8,

CAVANILLES, Antonio Josef. Observaciones sobre la Historia Natural, Geografía, Agricultura, población y frutos del Reino de Valencia (1795-1797)

CHABAS, Roque, El archivo, tomo IV 1890 p.318. Aprobación donaciones hechas por Bernat al infante Pedro en 15 de octubre de 1322. Transcrito del archivo municipal de la Vila Joiosa en 15 de octubre de 1322

FIGUERAS PACHECO, Francisco. Geografía de la Provincia de Alicante. Geografía General del Reino de Valencia, dirigida por Carreras Candi.

GALIANA, Agustí. Documentació històrica i bibliografia de la Marina Baixa, 2011

GALIANA, Agustí. Remitido por gmail el 1 de julio de 1975 1-7-15


GALIANA,  Agustí.Remitido por gmail el 27 de junio de 1915

GALIANA, Agustí. Toponimia medieval de la Marina Baixa. Actes de la V Jornada d´Onomàstica, Dénia, 2011

ORTS I BOSCH, Pere Maria. Introducció a la història de la Vila de Vilajoiosa i el notari Andreu Mayor

PARES.mcu.es Inventario dinámico. Archivo de la corona de Aragón. Archivo Real. Real Cancillería.

PONT SIFRE, Toni. CastrumTarbana- Tàrbena a la baixa edat mitjana. SARRIÀ, Nº 9, Estiu   2013

PONT SIFRE, Toni. Història medieval del castell de Tàrbena

SALVA BALLESTER, Adolfo. La villa de Callosa de Ensarria. Instituto de estudios alicantinos. DPA, 1960


domingo, 3 de julio de 2016

"VILLA PEPITA" O EL CHALÉ DE LUISA MAYOR

VILLA PEPITA” O EL CHALÉ DE LUISA MAYOR
Antonio Orts Calvo

     Superó el desafío del tiempo y se mantendrá en pie. Esta casa-chalé, que junto a la que fue antigua casa de Agustín Fuster (ahora de Magdalena Fuster y Bartolomé Gadea) conformó en sus inicios el camí dels xorros  actual avenida de Sagi-Barba, permanece intacta - construcción,  pintura, forjados, marcos y puertas de labrado artesanal, y hasta mobiliario de época-  tras esquivar los embates de un tiempo de especulación nada propicio a  salvaguardar  el patrimonio vecinal. Y va a continuar estando ahí sin ser demolida para pertenecer a nuestro pueblo. El consistorio en acertada decisión así lo dispuso; hizo su apuesta por la cultura al determinar que este edificio emblemático junto a las fuentes, icono del pueblo de Polop, siguiera en pie. Se podrá visitar y su uso será para información  y divulgación cultural; en sus dependencias y  jardín habrá  recitales, charlas, conferencias y exposiciones, pudiendo albergar en alguna de sus salas enseres y recuerdos  de la Casa de Sigüenza.



                                                                        Luisa Mayor con su primer marido, Arcadio González.
                                                                                                (Fotografía del Archivo Familiar)
 

          El interior del edificio sigue como debió ser en su inicio, tal como lo dispusieron sus primeros dueños Eusebio Mayor y Josefa Mayor en 1903. Se tiene la sensación de que aislados del trajín externo, cerca del agua y con un leve rumor  de sus fuentes, allí los años no hubieran transcurrido; todo permanece inamovible, como imperecedero.
De cuántos aconteceres y trasiegos de gente de Polop habrá sido testigo esta casa y cuántos desfiles de festeros y bandas y romerías de san Roque en  fiestas del Porrat  habrán pasado su calle. Sabemos de muchos; y los que todavía habrán de pasar, porque el chalet dels xorros frente a la antigua ermita, con su mirador de verjas, su terraza, sus limoneros y jazmines seguirá en pie; seguirán los revuelos de  gorriones por las cobijas de su tejado y en primavera de cada año harán sus nidos en los aleros y voladizos del caserón. Se han sucedido los estíos, los veraneos en Polop y las fiestas de agosto, Villa Pepita -el nombre de la primera dueña- impasible al devenir, ha permanecido.
Pero la sensación de reto al tiempo de la casa, su obstinada permanencia  material va en contraste con su intangible: el ámbito de su mundo, halos de antiguos moradores y contertulios; ése sí que pereció, se extinguieron sus modos y maneras de relación social y también algunas de sus pautas en educación.
No conocieron a los primeros dueños, pero sí quedan vecinos del pueblo que puedan recordar a su heredera, Luisa Mayor Calbo (Valencia 1889 - Polop 1987), penúltima dueña de la casa.  Esta valenciana hija y nieta de polopinos, llegó a Polop con 18 años junto a su padre Agustín Mayor Pérez como Médico Titular y  con su hermano. Habían accedido a la propuesta  de su tía  Josefa Mayor  ofreciendo ayuda al hermano viudo y  buscaron bienestar y salud  –ella convaleciente, muy delicada- en el campo y  aguas de Polop tras dejar la miasma de su ciudad: en Valencia  habían muerto ya de tifus la madre y dos hermanas adolescentes.

                                                                             "Villa Pepita", o  chalé de Luisa Mayor,  

          Vivió en el nº 7 de la Calle Mayor de B. Palencia -una casa grande de los abuelos con jambas y dintel de piedra labrada en su puerta y atalaya con aspilleras en dos calles-, y en 1933 al morir su tía, la deja heredera de sus propiedades, entre ellas Villa Pepita.
Un año antes había fallecido el padre, conservador, dominante y rígido  a quien la hija había permanecido fiel en el servicio, sumisa y soltera. Aparentando excesivo celo por el porvenir de la joven, el viejo médico que más procurara de sí mismo y por su bien que por el ajeno, trataba con desdén a jóvenes pretendientes de la hija; si hubo alguno de su profesión lo tildó de “curandero”. No quería que se casara, pero Luisa Mayor se casó al fin; se casó dos veces muerto ya el padre.  La primera vez  en 1934  fue en  nuestra parroquia a sus 44 años con Arcadio Gonzálbez Villaplana, de Beniarrés (Alicante). Él, un año más joven que ella,  educado y afable, era el auxiliar de farmacia que prestaba sus servicios en la –entonces- botica Vda. de D. José Alós de Cocentaina y que al morir en 1944 la deja heredera de todos sus bienes.
Pasa unos años de viudedad- muy pocos- entre su casa de Beniarrés donde monta una granja avícola y Villa Pepita en Polop.
Por mediación de la familia Baldó conoce y se hace amiga en La Nucía de Carmen Duarte Marín - maestra nacional allí; después Hija adoptiva de La Nucía (1975) - con cuyo hermano, Plácido, se casa. De él se sabe que era hijo de un comercial de paños en una empresa catalana y había nacido en Enguera (Valencia) en 1896, donde su madre -pariente del pintor Pinazo-, ejercía de profesora de Instrucción Pública durante la República.

                             Luisa Mayor Calbo  (1889-1987) penúltima dueña de la casa. (foto                       
                                                            arch. familiar)

      El noviazgo y segunda boda de Luisa Mayor se llevaron a cabo tan escondidos, con tal discreción, y el celo en no darlos a conocer fue tanto, que ni hermano, ni sobrinos, ni demás familia allegada tuvieron noticia alguna hasta recibir por navidad su tarjeta de felicitación, y con ella la novedad de su reciente estado. La boda sin proclamas y con dispensa de amonestaciones debió celebrarse en la parroquia de algún pueblo vecino o tal vez en  Alicante donde el nuevo desposado tenía familiares; en nuestro Archivo Parroquial no consta tal casamiento. Todo por temor a que se supiera. Miedos y desconfianza hicieron que la viuda  llevase  el noviazgo con grandes cautelas y disimulo; le amedrentaba  sólo el pensar que pudiera suceder lo acaecido en el  segundo desposorio de su padre, cuando contaba ella 19 años.
.
En carta que siempre guardó - todavía se conserva-, el médico Agustín Mayor comunicaba a su hija la noticia: iba a tener una segunda madre; se había casado el día 3 de junio a las 5 de la mañana en la colegiata de san Nicolás con la alicantina Tremedal Méndez López, viuda de su hermano.
Reseña el evento un diario político conservador alicantino de la época - El Graduador  (5 de junio de 1908)- citando a los padrinos D. Eusebio Mayor, “joven abogado y primer Teniente Alcalde de Polop” y Sra. Desamparados Sanchis Fuster de Berenguer; y como asistentes al “acaudalado propietario” Pedro Berdín y la “bellísima señorita” Guillermina Iborra (tía de Guillermina Iborra Baldó), al mismo tiempo que deseaba a los desposados “parabienes en su nuevo estado y una luna de miel interminable”. Pero se truncan estos deseos aguando en inicio la luna de miel: una filtración desvela el secreto de la boda, se  propala la noticia y les hacen cencerrada.
Gente joven de medio pueblo apostada en Els Tres Pontets pasa la noche y aguarda el amanecer de la mañana fresca de junio. Aparece lenta la tartana que zarandea y da saltos en las guijas de la carretera; la luz del fanalillo apenas se percibe-es ya casi de día- pero alertan chirridos de llanta de ruedas y  los cascabeles de las colleras.


                                                                     
El médico Agustín Mayor Pérez (1846-1932), padre de Luisa Mayor.
 (Fotografía del Archivo Familiar)

         La algarada de mozallones se arremolina entorno al carruaje. Suenan cacerolas, matracas y trompas, adufes, platillos y bombo, zumbas y sartalejos de cencerros. Suelta riendas y salta del carro el médico muy mohíno, y entre los mozos que cencerrean reconoce a familiares; y todavía se irrita más.  Doña Tremedal, tocada de sombrero y medias galas de recién casada en viaje de boda porfía desde el estribo: “¡Agustín, Agustín, por favor no te pierdas. Agustín…!”,  sin entender nada de lo que allí estaba sucediendo.
Guardó el médico mal recuerdo de la ocasión y si tenía que visitar algún enfermo que en ella hubiera participado murmuraba bajo: “a eixe… a eixe li donaria jo oli de ricí; oli de ricí és el que es mereix…” con toque de resentido.
Por lo sucedido al padre Luisa Mayor trató de evitar tropelías en su boda; no lo consiguió, hubo para ella también sonadas de cencerro.
Trascurrió plácida en su chalé la viudedad y vida conyugal de esta señora. Devota y piadosa socorre a pobres, acude a necesitados, y presta ayudas a las misiones extranjeras de los FF.MM. Capuchinos colaborando en su Obra Seráfica de Misas. Participa en actos pro canonización del Patriarca Juan de Ribera y pertenece a asociaciones seglares pías: Sierva de la Virgen María, Camarera en diversas cofradías, Terciaria franciscana, Hija de María (cinta ancha) y Celadora del Sagrado Corazón, cuya imagen y rayada, bandera del Apostolado de la Oración y estandarte sufragó con alhajas del primer marido; el altar de su capilla en nuestra parroquia fue votivo: una plaquita comba de escayola mostraba la inscripción- ya desaparecida- :  “En sufragio del alma de Arcadio Gonzálbez”.


Josefa Mayor Pérez (1849-1933), primera dueña que inaugura "Villa Pepita".
(Fotografía del Archivo Familiar)
Celebró en su casa horas vespertinas de rezo, triduos y novenas a la Virgen de Lourdes, san Antonio y san José de los que se proclamaba devota.
Sin menoscabo  en su vida de devoción y piedad compatibilizaba el fervor haciéndolo acorde  y complementándolo con el talante de mujer abierta, tolerante, de hábitos avanzados a su época, gran amante de las tertulias con amigos, el cine y las lecturas. Educada y afable conversadora, el mirador de su casa en atardeceres frescos de verano fue el punto de reunión y coloquio de familiares y amigos. Y por las noches, casi todos los días, no perdía su sesión de cine en la Pista.
En tardes de domingo de invierno fue asidua del Coliseo, en cuya fila 7 lateral derecha se sentaba, mitigando el frío -a veces, muy crudo- con las ascuas del curioso braserillo-estuche de mano que traía. Allí veía las películas de sus actores favoritos para comentar luego el trabajo y mostrar las preferencias.
Le fascinaba la figura de María Felix, su cabellera, el arrojo y brío de la mejicana eran para ella referentes; con Jean Renoir- pensaba- había culminado la perfección; era el director que necesitaba. La firmeza de Cark Gable y su decisión hacían de él su galán preferido, sin poder con las flemas de Marlon Brando, tan imprevisible unas veces como taimado otras.  Desconocemos si  “El último tango en París” (que vio en uno de sus viajes a la ciudad en 1973) pudo hacer cambiar su opinión y hasta llegara a captar, en edad ya tan provecta, la esencia del mensaje de la película de Bertolucci.
Las actrices italianas de la época (Gina Lollobrigida y Sofía Loren, en su inicio) le parecían vulgares; compadecía y le conmovían los pequeños actores (Pablito Calvo, Joselito, Marisol) hasta no poder resistir verlos actuar; la niñez- decía-, era para jugar e ir a la escuela, no para sacar a los pequeños de su mundo y hacerles trabajar.
En sus tertulias bebe café, fuma cigarrillos, y toma una copita de coñac. Y cuando los amigos la halagan encomiando su buen aspecto y preguntan qué hace para mantenerse joven, contesta: “soy hija de médico; mi padre me enseñó a cuidarme, como sólo lo que debo” Y era verdad; de niña, el padre viéndola tan delicada, le hacía tomar pastillas fosfatadas del Dr. Klein, extractos de hígado de bacalao, vinos de peptonas y  Ceregumil  para atajar sus anemias y convalecencias. Después, de mayor, tomaba siempre vitaminas en primavera.

Su comportamiento no fue de señora lugareña cacique y déspota; al contrario, se mostraba afable a convecinos con trato educado de extrema cordialidad. Y mucho menos fue la devota escrupulosa y gazmoña, no iba con su manera de ser; aún siendo octogenaria, su talante le hacía ver con empatía y agrado muchos hábitos de la juventud que a ella, en la suya, bien le hubiera gustado practicar.
Caminaba debajo los almendros entre los naranjos del huerto y revisaba la parcela de hortalizas; cogía manzanas, higos regañados o mandarinas. Regaba las macetas de geranios, cuidaba sus dalias, peonías y rosales y olía los dondiegos y jazmines del jardín que desbordaban sobre la fuente de Los Chorros.
Iba a pasar navidades y segundo domingo de mayo - Virgen de los Desamparados- a Valencia donde residían familiares y tenía amigos. Allí frecuentaba el salón Ateneo y el Micalet, paseaba con amigas por la calle de Caballeros o se sentaba en Sta. Catalina. Después de oir misa los domingos en la catedral o el Patriarca visitaba el camerín de la Virgen en la basílica; por la tarde, iba al cine o a la primera sesión del Teatro Principal.
El azar del tiempo poco a poco va cambiando la situación. Las entradas por arriendos antiguos y medias del campo menguan. La mano de obra escasea, va siendo difícil encontrarla y su elevado costo imposibilita las labores en sus tierras.  
Busca ayudas, intenta solicitar pensión de vejez o viudedad pero no alcanza años la cotización, ni estuvo suficiente tiempo casada. Pide y le deniegan subsidio como huérfana de Médico Titular justificando nuestro Ayuntamiento la negativa en la falta de antecedentes de su contabilidad.
Su hacienda no puede mantenerse más, tiene que ir deshaciéndose de ella. Con las ayudas y asistencia de su sobrina Amparo Mayor Ribes, a quien nombra su heredera, logra en última instancia salvar de la venta su propia casa.
Y quedan las tertulias en el mirador de Luisa Mayor junto a amigos y familiares en el recuerdo de muchos polopinos. Evocando aquellas gentes se podría tener la impresión de haber asistido a las postrimerías de unas formas de entender y vivir las relaciones humanas; de haber presenciado algo así como un Bearn a la polopina: unos modos, unas maneras de proceder, un mundo de civismo y cultura social con sus normas y protocolos se iba extinguiendo y, ya obsoleto, desapareció.
Pero poco importa, lo primordial y trascendente es percibir su huella, y que Villa Pepita o el chalet dels xorros,  obra novecentista de aquella sociedad, haya quedado. Este acervo arquitectónico del pueblo, bien vecinal de Polop continuará ahí. Ya no desaparecerá.


viernes, 1 de julio de 2016

GABRIEL MIRÓ Y LOS GITANOS

GABRIEL MIRÓ Y LOS GITANOS 



Sigüenza -el otro yo literario de Gabriel Miró- está en Polop, en la heredad de alquiler, en plena canícula estival, con la trilla a término. A su cuarto llega la voz de la labradora que discute con una familia de gitanos que piden, gimen, un costal de paja. La labriega no puede limosnear; la mies es de los campesinos que acuden a la heredad a tri­llar. Como la disputa no cesa, Sigüenza sale en ayuda de la patrona y consigue ahuyentar a los calés.
A la atardecida, Sigüenza desea ir al otro pueblo; el otro pueblo es La Nucía, "toda blanca, con sus vides de portal, sus escalones de naranjos y limoneros, sus secanos de tierras pálidas de porcelanas". Esta vez no irá a platicar con el cura, don Joaquín Calatayud Vila, ni con el secretario del Ayuntamiento, don Enrique Montiel Mayor. Sigüenza quiere comprar en La Nucía porque "le agrada sen­tarse en la tienda", donde se arrima a "los montones de aperos, de odres, de cedazos". Miró describe minuciosamente la tienda: " De las vigas cuelgan los racimos de la cordelería; sogas, cinchas, esportillas, alpargatas, cabezales, alternando con la variedad de los géneros de batihoja; crisuelos, faroles, coladores, alcuzas, moldes de cuajar pastas y confituras. En los anaqueles se reúne todo lo que puede saciar los deseos de la humanidad de muchas leguas: rodillos de lienzo, basquiñas, calzas y tocas; azafrán, pimiento molido, azúcar, lejía, anís escarchado, torcidas de candiles, almidón y petróleo. En una grada de arcones abiertos, están los granos, las simientes y harinas. En un poyo, reposan los toneles y zafras; en una rinconada, se junta la obra de alca­ller: lebrillos, cántaros, tinajas, orzas, cósioles... En las alacenas del portal se ofrece la mercería y bujería: dedales, alfileres, cadejos y aba­lorios; sorpresas, figuritas de alfeñique, puros de regalicia, peonzas de zumbel de colores...; y las vidrieras se empañan de la respiración de las criaturas que vienen a mirar. El olor de esa tienda, tan humilde y con­creto, es olor de mundo."
Era la tienda la de Joaquín Lledó Devesa, XimoCodolla, hacen­dado propietario. El comercio ocupaba la totalidad de la ringlera de casas de la segunda manzana, en sentido ascendente, de la calle la Iglesia, las últimas en aquellos años; en frente se situaba el lagar y la almazara. La tienda del tío XimoCodollaera muy renombrada; a ella acudían los acemileros de la comarca y de la Montaña a mercar los más variopintos productos. En los muros de la fachada se contaban hasta 16 argollas para asir los ronzales de las caballerías.



Joaquín Lledó Codolla, XimoCodolla,1864-1930.

El tío Ximo Codolla pertenecía a una pudiente familia nuciera. Su hermano Pedro era propietario de un comercio en la plaza Mayor, de un molino harinero que suministraba energía eléctrica al pueblo y lle­vaba la gerencia del teatro; su otro hermano, Antonio, era médico. Los tres hermanos formaron la sociedad "Lledó Hermanos", subcontratista de las obras de la carretera de Pego a Benidorm.
En la tienda del tío Ximo Codolla, Sigüenza "ve pasar las abuelitas con su panilla de aceite, o con sus tazas de creciente para que la hijaamase el pan de la semana; allí fuma con el que es también hacendado y habla de heredades".
Sigüenza se encamina a La Nucía. La labradora le advierte del peligro que corre si los gitanos le salen al encuentro. Los gitanos puede que no hayan olvidado su afrenta y se ensañen en él. Sigüenza ya no se acordaba de ellos. Podría enviar a las mozas a com­prar o ir él mismo pero de día. Mas no, la tarde es apacible y larga; el sol tardará en ocultarse en los hombros del Ponoig; no parece, pues, probable que le ocurra nada.
Cae el día, Sigüenza toma la carretera que le llevara a La Nuca. En el camino se cruza con los ganados, leñadores y jornaleros de regreso a sus casas.
Los gitanos, antaño, en su trashumancia acampaban bajo algún olivo, almendro o algarrobo de las afueras de los pueblos. Sigüenza no ve a ninguno bajo los árboles, ni tampoco fogatas. Sin duda no están. Ahora Sigüenza camina reposado, porque no era el temor lo que le hacía andar aprisa sino, sin proponérselo, el deseo de encontrar a la diligencia o el automóvil para el regreso.
Al pasar por el paraje de els Tres Pontets,oye croar las ranas. Se asoma y no ve los jumentos, ni a sus dueños. El clan no está bajo el puente.
Apenas abandona el puente, un repecho con socavones a los lados, vestigios de los trabajos de cantería para abrir la carretera, es refugio de mendigos y también de gitanos. Sigüenza mira y tampoco estaban ahí.
La carretera bordea por un lado el monte pelado, "de roca de plomo”;al otro, el barranco de Porvilla. Sigüenza sabe que en su cauce hay dos molinos harineros -aceñas-, el llamado de Rovira o Romana y el de Gabriela o Molinet. Oye el murmullo bravío de las aguas que se precipitan cauce abajo. Le asusta el abismo, las curvas cerradas de la carretera. Camina firme y aprisa; extrema su mirada. Sus pies y ojos están cansados.
Y llega al pueblo bajo las primeras estrellas. El tío Ximo Codolla" le acoge rodeado de gentes labradoras". Sigüenza hace la compra, mira a las viejecitas que mercan, se marcharía, pero no lo hace; se encuentra cómodo en la tienda.
Un estruendo de bocinas, polvareda y luz de faros de acetileno en la carretera; es el automóvil de línea. Sigüenza no se va. Aún ha de venir la diligencia, marchará en ella.





Gabriel Miró

Mientras tanto, el tío Ximo Codolla explica a los clientes el gozo de Sigüenza en caminar de noche, con el atadijo de lo que mercócolgado de la cayada, y la cayada en el hombro..Una nuciera, una parroquiana, interpela a Sigüenza si no tiene miedo a caminar de noche. El tío Ximo Codolla y los presentes se ríen; Sigüenza también ríe, pero la pregunta de la moza la repite Sigüenza. ¿Miedo? Durante el camino no ha visto a ningún gitano, pordiosero, mendigo ni gente deesta clase.
Suenan las colleras de la diligencia del tío Correuer de Polop, los crujidos de la tralla. Sigüenza podría esperarla en la venta, subir y sentarse al lado del mayoral. Pero Sigüenza no se mueve de la tienda. Pasa la diligencia Ya no hay remedio, hará el camino a pie
Sigüenza se despide del tío Ximo Codolla, le sonríe y estoicamente le dice: "En fin... veremos si me salen los gitanos;" Los parroquianos y el tenderose pasman al oír la exclamación de Sigüenza, y éste les cuenta lo sucedido por la mañana. Y el tío Ximo Codolla le contesta: Yo los vi, yo los vi cuando venía del olivar. No le saldrán porque están a la otra banda de la carretera. No tenían paja; y una de sus mujeres daba compasión porque había parido en el suelo como una borrega..."